Construir
relaciones sanas, es aprender a manejar los conflictos que se presentan de una
manera saludable, es decir, sin herir, sin maltratar y sin dañar.
Todos
queremos una relación de pareja que funcione, porque de ello depende que nos
sintamos felices o desdichados, que veamos lo mejor de la vida o lo peor. Para
lograrlo, no hay que dejar de ser quienes somos, ni convertirnos en lo que el
otro quiera que seamos, más bien, se necesita de un proyecto que unifique y le
dé dirección a dos personas que se juntaron para compartir su vida.
Una
pareja está precisamente conformada por dos personas con el fin de vivir y
crecer juntos. Dos seres humanos más o menos inteligentes, equilibrados y
maduros, que van a hacer una elección consciente y responsable, y en la que el
tipo de relación que establezcan dependerá de lo que cada uno esté listo para
dar.
Esta
relación, como en las matemáticas, podría
ser de suma, si se suman los esfuerzos de cada uno; de resta, si
establecen una relación que disminuya el potencial de cada uno o lo anule; de
división, si establecen una relación individualista y egoísta, donde lo mío y
lo tuyo son cosas aparte, donde “yo resuelvo mis cosas y tu las tuyas”. De
multiplicación, cuando cada uno aporta lo que tiene, pero estas aportaciones son incrementadas con la sinceridad, la
transparencia, el respeto, la consideración y los buenos tratos, y donde la
energía que se crea entre ambos los convierte en mucho más de dos personas.
No hay
parejas más listas o más astutas, lo que sí hay, son parejas que en sus vidas
cotidianas han establecido una dinámica en la que logran superar la negatividad
producto de la diversidad de situaciones que tienen que enfrentar. Situaciones
en las que entran en conflicto las expectativas, los intereses y los valores de
cada uno y son afrontadas dentro de un marco de respeto, en el que se valora y se
trata de comprender al compañero. En este sentido, es frecuente ver, que sólo
después de firmados los papeles del divorcio y estar viviendo cada uno de
manera separada, se produzca una re-valorización de la pareja.
Sin
embargo, desgastarse dentro de una relación infeliz es tan dañino como el
divorcio mismo para el sistema familiar, ya que produce un aumento del estrés
físico y emocional de sus miembros, disminuyendo la capacidad de estos para
enfrentarse a la vida y luchar contra las enfermedades. Un matrimonio sano en
cambio, fortalece la autoestima de sus miembros, así como el sistema
inmunológico y de defensa.
Recomendaciones para hacer que una relación
funcione adecuadamente:
1. Evite que la discusión tenga un
planteamiento violento:
Cuando
una discusión se carga con insultos y amenazas, no importa si el tono de la voz
sea alto o bajo, terminará de manera negativa, el intento para llegar a un
acuerdo será un fracaso. Los planteamientos violentos más comunes son: las
críticas, el desprecio, las actitudes defensivas y el rechazo.
• Las críticas: Siempre
se tendrán quejas de las personas con las que se vive. Pero entre las quejas y
las críticas hay una gran diferencia. Una queja se refiere a un comportamiento
específico en el que el otro ha fallado. La crítica es más amplia, incluye
palabras hirientes o insultos sobre el carácter o personalidad de la pareja.
Ejemplo de una situación: "El carro se quedó sin gasolina"
Una queja: ¿por qué no le echaste
gasolina antes de llegar a la casa?.
Una crítica: ¿por qué eres tan indiferente?, ¡No te importó llegar a la casa con el carro sin gasolina!
• El
desprecio: En cualquiera de sus formas: sarcasmo, burla, humor hostil,
envenena la relación, trae grandes disgustos y va a aumentar el conflicto en
vez de favorecer una reconciliación. En la generalidad de los casos, el
objetivo es rebajar o ridiculizar al otro.
Una de
las fuentes que más dispara el desprecio en las relaciones, son los resentimientos
y las situaciones problemáticas no resueltas. Otras fuentes que lo fomentan son las actitudes
desafiantes y las amenazas.
• Las
actitudes defensivas: Son formas de autoprotección cuyo objetivo
es defenderse de los ataques del otro, culpándolo. Estos ataques regularmente
consisten en críticas, insultos y amenazas. Es como si se dijera: “el problema
eres tú, no yo”, por lo que tiende a agravarse el problema o el conflicto, más
que solucionarse.
• El
rechazo: cuando en una relación, las discusiones están cargadas de
críticas y de desprecio, uno de los miembros de la pareja a distanciarse
afectivamente, a evadir la situación, a apartarse, a asumir el silencio para
comunicar “no existes”, “no me importas”.
Para
superar estas formas de abordar los problemas, es muy importante:
- Identificar
cuáles de ellas están presentes en la relación.
- Estar
claros que éstas surgen como resultado de temas no resueltos del pasado de la
relación.
- Que
son el resultado de intentos de soluciones donde hubo mucha desconsideración y
a veces, hasta violencia.
- En
lugar de la crítica, expresar cómo se sienten; en lugar de culpar, emplear
afirmaciones “yo”: yo me siento…cuando…
-
Abordar los temas conflictivos cuando se sientan serenos, cuando haya menos
tensión.
- Asumir
algún nivel de responsabilidad en los hechos ocurridos y cómo se desea que fueran
o pasaran las cosas.
2. Evite que se produzca un distanciamiento
emocional:
Distanciarse
emocionalmente, es una respuesta que se produce cuando la hostilidad del otro
miembro de la pareja ha llegado al punto de ser abrumadora, agobiante e
intimidante. Cuando se llega a este punto, se produce una especie de divorcio
emocional.
El hecho
de que una persona se sienta abrumada, indica que uno de los dos siente una
grave tensión emocional al tratar con el otro. Esta tensión viene acompañada de
unos signos fisiológicos (aceleración del ritmo cardíaco, sudoración, etc) que
imposibilita cualquier conversación productiva con miras a solucionar el
conflicto, porque el organismo se siente en peligro. El cuerpo humano reacciona
al miedo y responde de la misma forma, ya sea que se esté enfrentando a un
tigre o a un cónyuge agresivo que nos increpa.
Estas
reacciones físicas impiden que se pueda procesar cualquier información, no se
presta atención a lo que el otro está diciendo, sólo se piensa en huir, lo cual
es una respuesta refleja. Desaparece toda posibilidad de resolver el problema,
ya que la distancia lo imposibilita.
3. Intente calmar la tensión durante la
discusión:
Los
intentos por mitigar o calmar la tensión que provoca una discusión para evitar
llegar al distanciamiento emocional, salvan la relación de una ruptura a largo
plazo. Estos intentos de enmienda o de reparación, son como una especie de
“bandera blanca” o señal de “tiempo fuera” que realizan los Managers, en un
juego de béisbol o de fútbol, para bajar la intensidad o el calor de los
jugadores. En una relación muy dañada, en la que el respeto y la capacidad de
parar se ha perdido, estas señales no se perciben, ni se toman en cuenta.
Ejemplo
de estos esfuerzos serían: “vamos a parar aquí por un momento, por favor…”,
“necesito calmarme, podemos seguir luego?”, “déjame salir un momento, lo
necesito…”, “démonos un espacio, déjame dormir en…mañana es otro día”.
4. Traer al recuerdo los detalles
agradables de la relación:
La
mayoría de las parejas se casan con grandes esperanzas y expectativas de que
las cosas van a marchar bien, de que van a poder vivir felices. Las parejas que
viven una relación satisfactoria y bien avenida, recuerdan con cariño el pasado
de su relación. Tienden a recordar los buenos momentos en lugar de los malos,
lo emocionante que fue el conocerse y lo mucho que se gustaban y se admiraban.
Las
parejas que viven una relación infeliz, llegan al punto de reescribir el pasado
de su relación en forma negativa, les resulta difícil recordar un pasado
diferente, pues éste se ha vuelto poco importante o muy doloroso. Han dejado
que los buenos recuerdos se desvanezcan.
Todo lo
que el otro hace es visto bajo una luz muy negativa. Por ejemplo, si uno llama
al otro por teléfono, es frecuente que éste se pregunte: “qué querrá!”, “qué
quiere ahora!”. O cuando llegan a la casa no manifiestan señales de agrado, ni
se expresan gestos de cariño.
5. Seguir cultivando la amistad entre los
dos:
Las
relaciones sanas, cultivan una amistad, se llegan a conocer muy íntimamente,
conocen sus gustos, su personalidad, sus esperanzas y sus sueños. Muestran una
gran consideración el uno por el otro, se expresan respeto y cariño no sólo con
grandes gestos, sino con pequeños detalles cotidianos.
Por lo
que, la clave para que uno relación sea sana y funcione adecuadamente, no está
solamente el manejo adecuado de sus conflictos y sus discusiones, sino en cómo
se comportan el uno con el otro cuando todo está en calma.
Lic. Ligia Valenzuela, M.A.
Psicóloga Clínica-Terapeuta Familiar
Diplomado en Violencia Intrafamiliar
#LigiaCambio #BienestarFamiliar #Reinvéntate
Construir relaciones sanas, es aprender a manejar los conflictos
que se presentan de una manera saludable, es decir,
sin herir, sin maltratar y sin dañar.