jueves, 16 de abril de 2015

¿Qué nos hace diferentes?

¿A qué me quiero referir? 
A las únicas características que nos hacen diferentes: las biológicas, esto es, el hecho de ser hombres o mujeres. Esta realidad, va a influir la forma cómo vemos y nos enfrentamos a la vida y a los mismos problemas, no determina la capacidad para enfrentarlos ni para identificarlos.

La Neuro-psiquiatra Louan Brizendine, en su famoso libro El Cerebro Femenino (2007), afirma que más del 99% del código genético de ambos sexos es el mismo, el ser hombre o mujer sólo produce una diferencia de menos de un 1%. Esta pequeña diferencia porcentual es la responsable de que se activen ciertas estructuras cerebrales y ciertas sustancias químicas llamadas hormonas sexuales, tanto en el cerebro femenino como en el masculino, influyendo el comportamiento de uno y de otro en cada etapa de su vida.
Estudios científicos realizados con herramientas como las tomografías (PET Scan) y las resonancias (MRI), evidencian estas diferencias. 
Como resultado, se ha podido documentar, que los cerebros de hombres y mujeres, reaccionan de forma diferente ante el estrés y el conflicto, y utilizan distintas áreas y circuitos cerebrales para realizar y cumplir tareas similares, resolver los mismos problemas, y para procesar y almacenar experiencias sensoriales y emocionales (Brizendine, L., 2007).

Por esta razón las mujeres expresan mejor las emociones y recuerdan con más detalles acontecimientos emocionales, como por ejemplo, detalles de situaciones ocurridas en sus relaciones de pareja. Mientras que los varones apenas recuerdan que esos hechos hayan sucedido; sus pensamientos suelen girar más alrededor de lo sexual y tienen una mayor disposición a dar respuestas agresivas ante el miedo o ante el conflicto.

Unido a estas realidades, se encuentra la influencia de las hormonas sexuales, cuya presencia en el cerebro femenino se activan en la niñez y entran en plena función en la pubertad, disminuyendo dramáticamente en la menopausia. Estas sustancias (los estrógenos y la progesterona), actúan estimulando nuevas formas de pensamientos, emociones e intereses, es decir, hace más agudo el pensamiento crítico, la capacidad de respuesta emocional y su inclinación a compartir socialmente.

En el cerebro masculino, la presencia de estas hormonas, específicamente de la testosterona, a partir de la adolescencia produce en el varón un visible desinterés por el trato social, excepto cuando se trate de realizar deportes o de un seguimiento sexual, evita todo trato íntimo y cercano con sus iguales y hasta con los miembros de su sistema familiar, así como las largas conversaciones (Brizendine, L., 2007).

Estas variaciones en los cerebros femeninos y masculinos, constituyen el fundamento de muchas diferencias cotidianas en las experiencias vitales de hombres y mujeres. Van a representar el fundamento de nuestras personalidades y de nuestras tendencias de comportamiento. Sin embargo, esta realidad biológica puede ser modificada con el uso de nuestras capacidades intelectuales, nuestra inteligencia emocional y  de nuestra determinación para alterar o cambiar los efectos tanto de las hormonas sexuales como de las estructuras cerebrales en nuestra realidad y en nuestro destino.

Varones y mujeres tienen el mismo nivel promedio de inteligencia, cada uno con sus destrezas y aptitudes, con sus talentos y habilidades configurados por una realidad hormonal y cerebral que nos convierten a las mujeres, en mujeres y a los hombres, en hombres.


Lic. Ligia Valenzuela, M.A.
Psicóloga Clínica-Terapeuta Familiar
Diplomado en Violencia Intrafamiliar

#LigiaCambio #BienestarFamiliar #Reinvéntate 



Varones y mujeres tienen el mismo nivel promedio de inteligencia, cada uno con sus destrezas y aptitudes, con sus talentos y habilidades configurados por una realidad hormonal y cerebral que nos convierten a las mujeres, en mujeres y a los hombres, en hombres.

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